Madrid está en el foco de atención por sus políticas de participaciónciudadana. Hoy se da un pasito más con su proyecto de gobierno abierto, instrumentado a través de la web decide.madrid.es y mecanismos de consultas populares. Lo que ocurra en Madrid, para bien y para
mal, acabará influyendo en el resto de municipios del país, incluidos todos los
que desde finales de los noventa vienen experimentando con formas nuevas de
participación ciudadana como un derecho político, de todos, a tomar parte en
las decisiones sobre lo público de forma vinculante.
Las dudas, las de siempre. En Madrid saben que no está tan
claro que puedan hacer consultas al conjunto de la ciudadanía en algunos tipos
de materias y que no sean consideradas referéndum. La jurisprudencia tiene en
un limbo legal las consultas populares locales contempladas en la Ley de Bases
de Régimen Local, pero a día de hoy este tipo de consultas son referéndum a
todas luces, y entre sus muchas limitaciones, también tienen restringidos los temas
que pueden ser objeto de consulta, que no pueden exceder las competencias
municipales ni tratar aspectos relativos a la Hacienda local. Referéndum todos
con todos su perejiles y trabas administrativas. También la referencia a
consultas vinculantes sigue queriendo decir que la vinculación será política, no
jurídica, por más que se abran los titulares en otro sentido. Vinculación
política oiga, ni más… ni menos.
Por eso es importante transitar este camino. Sin seguridades
pero con la intención y la convicción de que se debe y se puede, como lo
venimos haciendo en tantos lugares, desde que empezamos a aprender en Las Cabezas de San Juan en el 99 con Javi, Montse, Manoli, Rafa, tantos... y tantos después que ellos.
Madrid se suma, amplifica y, muy probablemente, nos meterá a todos en una nueva
fase donde los procesos de participación municipal tendrán que vérselas muy en
serio con la realidad legal de la participación en este país (y ojalá, suscite muchas
modificaciones legales que en la actualidad asfixian las ganas de participación
que hoy se sienten como un clamor social).
Por mi parte, sólo poner el interrogante sobre este nuevo
frikismo de la participación por internet. La participación, o es de todos, o
no sirve. Y para eso deben caber muchas formas de participación, porque los
canales no son neutros. Hoy la tecnología permite hacer muchas cosas, pero
permitidme que me queje: el mundo no está en internet, ni cabe, afortunadamente.
Hay mucho mundo fuera (la manida brecha digital) y que quiere estar fuera (la
menos manida brecha analógica). A ver si avanzamos con menos fascinación mesiánica
por la tecnología, y atendemos un poquito más a las relaciones de poder presentes
en nuestras propuestas para la participación, tan tecnocráticas a veces. Plataformas
virtuales para la participación ya hay muchas. Y muchas en completo desuso,
abandonadas.
Así que nada, avancemos. Pero no traslademos el mensaje de
que la participación es fácil y barata. Ni de que la igualdad social se
consigue a través de la igualdad de oportunidades, de igualdad de acceso. La
participación es más compleja. Hala, a seguir.